Bueno, vamos a aportar algo que ya está hecho, algo que no me he atrevido a hacer y que haré para vosotros y para mí, algo que me asusta de sólo pensarlo, un sencillo cálculo:
Llevo unos 20 años fumando, fumando mucho. Unos dos paquetes largos al día. Bueno, pongamos que empecé fumando menos, así que reduzcamos esos dos paquetes al día (en realidad son unos dos y medio) a los últimos quince años. Dos paquetes son cuarenta cigarros, me olvidaré de los dos años que pasé fumando Peter Styvesant, 25 cigarrillos la cajetilla.
40 cigarros x 365 días que tiene el año son 14.600 cigarros.
14.600 cigarros x 15 años son la friolera de 219.000 cigarros durante quince años. Si sumamos el tabaco fumado durante los primeros cinco años que hemos descontado más el pico de paquete diario que tampoco hemos añadido, calculo que como mínimo me he fumado 250.000 cigarros, un cuarto de millón de cigarros.
¡Qué barbaridad!
Por suerte, llevo casi un año y medio sin probar ni una calada, y supongo que puedo decir que se acabó. He empezado a hacer deporte y espero que en una década más o menos el cuerpo se regenere completamente.
Sin embargo, hay algo que me mosquea de este asunto: un cuarto de millón de cigarros son muchos cigarros, aunque sea durante la juventud y aunque sea a lo largo de veinte años. Naturalmente, me cansaba mucho si corría y el corazón se me ponía a mil (como le sucede a cualquiera que no haya hecho deporte en su vida, fume o no fume), pero jamás tuve asma y yo soy de esos que fumaba sus dos paquetes en cualquier circunstancia, gripazos incluidos. Ya podía tener el peor de los catarros o encontrarme mal, el tabaco siempre pareció no afectar más de lo debido...
No se me va a ocurrir poner en duda los efectos nocivos del tabaco, incluso puedo admitir que en ese aspecto he tenido suerte -hasta ahora, claro-... Pero, no sé, me parece demasiado fácil. ¿Cuánta gente fuma mucho menos y muere de cáncer de pulmón? ¿Cuánta gente no puede fumar más allá de, digamos, un paquete diario sin marearse o sentirse saturado? ¿Cuánta gente se gana alergias, asma crónico o simplemente se convierten en piltrafas humanas al cabo de unos años?
Tíos, que me he fumado un puñetero cuarto de millón de cigarros, eso es mucho, ¿no?
¿Sabéis qué le sucede a este tipo de fumador cuando le quedan cinco o menos cigarros en su paquete? Que, de pronto, hay una sola prioridad: conseguir un paquete nuevo. La compra de cartones es lo habitual. La operación de dejar paquetes de esos cartones en sitios estratégicos de la casa, el coche o el trabajo es constante: ¿cuántas veces habré acumulado seis paquetes en un mismo cajón por volver a pensar que seguramente ya no quedaba?
Y, si por una mala alineación de los astros, o por un vano intento de dejarlo -uno de tantas docenas-, te quedas sin tabaco, suceden cosas completamente absurdas, ridículas y patéticas que luego te hacen verte a ti mismo como un jodido yonqui: comienza la búsqueda y captura de colillas mínimamente aprovechables, sean tuyas o no. Nada más importa: ¿las has sacado de una papelera y llevan allí, bajo todo tipo de deshechos, más de quince días? ¿Huelen realmente mal? Es igual: juntas todas las que puedes, te vas animando conforme el montón de restos de cigarro va creciendo, y pones los medios cigarros ya arrugados y doblados al final, para acabar con una dosis un poco más larga y placentera. Lo peor, lo peor de lo peor es encontrarte con un medio cigarro doblado y agujereado. Hay que tapar ese agujero mientras lo fumas, y no se disfruta. Pero es que no hay solución: estas cosas no las haces a las nueve de la noche, las haces a las cuatro de la madrugada, cuando ya no puedes más y todo está cerrado...
Un puto cuarto de millón de cigarros...
Yo he vivido siempre en ciudad, me suena que esas cosas con un palo marrón y una gran peluca verde se llaman árboles, y me han contado que la carne no se fabrica, que viene de una cosa llamada ganado que se mueve a cuatro patas o algo así. Quiero decir que mis pulmones están acostumbrados a la contaminacion, y mi cuerpo a los ruidos y el estrés urbano.
Un cuarto de millón, qué fuerte...
Es extraño. Es una gran cantidad, debería estar jodido de algún lado. Puede que simplemente parara a tiempo, que no iba a tardar mucho en pasarme algo. De hecho sí que me pasó algo: tuve un espasmo de glotis, ese músculo que funciona automáticamente y que cierra el paso hacia los pulmones cuando tragamos. Mi glotis decidió cerrarse y yo acabé, tras un minuto y pico, en el suelo, pensando que bueno, que ya estaba, que se acababa todo. El golpe en el suelo hizo reaccionar a mi cuello y todo volvió a su sitio. Al parecer, la causa es un bonito tumorcillo en el cuello, probablemente inflamado por el tabaquismo, pero que es benigno y no tiene por qué causarme ningún problema más... En realidad, todos tenemos tumorcillos de los que no tenemos ni idea y que simplemente están ahí sin molestar, hasta que uno de ellos decide despertar y montar una fiesta... o algo peor.
Así que no me vale como "ves, ya te ha pasado algo por el tabaco". El tabaco ayudó, pero no tiene por qué ser la causa, quizá el bultito hubiera estado ahí de todas formas. No sé, me asaltan las dudas respecto a lo que el tabaco puede o no puede llegar a hacerte según seas una persona u otra, y yo no soy especialmente fuerte o sano, más bien de lo más vulgar...
Joder, 250.000 son muchos, ¿no? Es una cifra que se me hace muy grande, todos esos cigarros, miles de ellos siendo absorbidos por las glándulas gustativas, por mi paladar, ese humo con todas sus sustancias venenosas pasando por mis fosas nasales, mi cuello, mis bronquios, mis pulmones... llenando mi boca y viajando luego por mi sangre y mis vísceras, cubriéndolo todo en realidad, llegando a afectar a cada rincón. Miles y miles de cigarros, millones de bocanadas, millones de resolplidos expulsando la pequeña niebla que se ha dado una vuelta por mi sistema digestivo y linfático, por mi corazón y mi cerebro... Incluso marcas amarillas en mis dedos, marcas en mis dientes de años y años, borradas por limpiezas de dentista, con fines puramente cosméticos, para escondernos de lo sucios que en realidad estamos...
Y nada... Un susto y un poco de trabajo para recuperar tu cuerpo. Un ahorro económico impresionante y sentirte mucho mejor, como descargado... Pero es que antes no te sentías mal, joder. Te sentías... cargado. Pues claro, fumabas dos paquetes y medio, era lo lógico.
250.000, eso es mucho, eso es un cuarto de millón de mierda inhalada y procesada por un cuerpo más bien normalucho. Si mañana me diagnostican un cáncer, lo achacaré al tabaco. Pero si eso mismo sucede cuando tenga 65 años, pues no, ni hablar, de ningún modo. El tabaco quedará muy lejos, no jodamos...
Y sin embargo me he fumado 250.000 cigarros, como poco....
Llevo unos 20 años fumando, fumando mucho. Unos dos paquetes largos al día. Bueno, pongamos que empecé fumando menos, así que reduzcamos esos dos paquetes al día (en realidad son unos dos y medio) a los últimos quince años. Dos paquetes son cuarenta cigarros, me olvidaré de los dos años que pasé fumando Peter Styvesant, 25 cigarrillos la cajetilla.
40 cigarros x 365 días que tiene el año son 14.600 cigarros.
14.600 cigarros x 15 años son la friolera de 219.000 cigarros durante quince años. Si sumamos el tabaco fumado durante los primeros cinco años que hemos descontado más el pico de paquete diario que tampoco hemos añadido, calculo que como mínimo me he fumado 250.000 cigarros, un cuarto de millón de cigarros.
¡Qué barbaridad!
Por suerte, llevo casi un año y medio sin probar ni una calada, y supongo que puedo decir que se acabó. He empezado a hacer deporte y espero que en una década más o menos el cuerpo se regenere completamente.
Sin embargo, hay algo que me mosquea de este asunto: un cuarto de millón de cigarros son muchos cigarros, aunque sea durante la juventud y aunque sea a lo largo de veinte años. Naturalmente, me cansaba mucho si corría y el corazón se me ponía a mil (como le sucede a cualquiera que no haya hecho deporte en su vida, fume o no fume), pero jamás tuve asma y yo soy de esos que fumaba sus dos paquetes en cualquier circunstancia, gripazos incluidos. Ya podía tener el peor de los catarros o encontrarme mal, el tabaco siempre pareció no afectar más de lo debido...
No se me va a ocurrir poner en duda los efectos nocivos del tabaco, incluso puedo admitir que en ese aspecto he tenido suerte -hasta ahora, claro-... Pero, no sé, me parece demasiado fácil. ¿Cuánta gente fuma mucho menos y muere de cáncer de pulmón? ¿Cuánta gente no puede fumar más allá de, digamos, un paquete diario sin marearse o sentirse saturado? ¿Cuánta gente se gana alergias, asma crónico o simplemente se convierten en piltrafas humanas al cabo de unos años?
Tíos, que me he fumado un puñetero cuarto de millón de cigarros, eso es mucho, ¿no?
¿Sabéis qué le sucede a este tipo de fumador cuando le quedan cinco o menos cigarros en su paquete? Que, de pronto, hay una sola prioridad: conseguir un paquete nuevo. La compra de cartones es lo habitual. La operación de dejar paquetes de esos cartones en sitios estratégicos de la casa, el coche o el trabajo es constante: ¿cuántas veces habré acumulado seis paquetes en un mismo cajón por volver a pensar que seguramente ya no quedaba?
Y, si por una mala alineación de los astros, o por un vano intento de dejarlo -uno de tantas docenas-, te quedas sin tabaco, suceden cosas completamente absurdas, ridículas y patéticas que luego te hacen verte a ti mismo como un jodido yonqui: comienza la búsqueda y captura de colillas mínimamente aprovechables, sean tuyas o no. Nada más importa: ¿las has sacado de una papelera y llevan allí, bajo todo tipo de deshechos, más de quince días? ¿Huelen realmente mal? Es igual: juntas todas las que puedes, te vas animando conforme el montón de restos de cigarro va creciendo, y pones los medios cigarros ya arrugados y doblados al final, para acabar con una dosis un poco más larga y placentera. Lo peor, lo peor de lo peor es encontrarte con un medio cigarro doblado y agujereado. Hay que tapar ese agujero mientras lo fumas, y no se disfruta. Pero es que no hay solución: estas cosas no las haces a las nueve de la noche, las haces a las cuatro de la madrugada, cuando ya no puedes más y todo está cerrado...
Un puto cuarto de millón de cigarros...
Yo he vivido siempre en ciudad, me suena que esas cosas con un palo marrón y una gran peluca verde se llaman árboles, y me han contado que la carne no se fabrica, que viene de una cosa llamada ganado que se mueve a cuatro patas o algo así. Quiero decir que mis pulmones están acostumbrados a la contaminacion, y mi cuerpo a los ruidos y el estrés urbano.
Un cuarto de millón, qué fuerte...
Es extraño. Es una gran cantidad, debería estar jodido de algún lado. Puede que simplemente parara a tiempo, que no iba a tardar mucho en pasarme algo. De hecho sí que me pasó algo: tuve un espasmo de glotis, ese músculo que funciona automáticamente y que cierra el paso hacia los pulmones cuando tragamos. Mi glotis decidió cerrarse y yo acabé, tras un minuto y pico, en el suelo, pensando que bueno, que ya estaba, que se acababa todo. El golpe en el suelo hizo reaccionar a mi cuello y todo volvió a su sitio. Al parecer, la causa es un bonito tumorcillo en el cuello, probablemente inflamado por el tabaquismo, pero que es benigno y no tiene por qué causarme ningún problema más... En realidad, todos tenemos tumorcillos de los que no tenemos ni idea y que simplemente están ahí sin molestar, hasta que uno de ellos decide despertar y montar una fiesta... o algo peor.
Así que no me vale como "ves, ya te ha pasado algo por el tabaco". El tabaco ayudó, pero no tiene por qué ser la causa, quizá el bultito hubiera estado ahí de todas formas. No sé, me asaltan las dudas respecto a lo que el tabaco puede o no puede llegar a hacerte según seas una persona u otra, y yo no soy especialmente fuerte o sano, más bien de lo más vulgar...
Joder, 250.000 son muchos, ¿no? Es una cifra que se me hace muy grande, todos esos cigarros, miles de ellos siendo absorbidos por las glándulas gustativas, por mi paladar, ese humo con todas sus sustancias venenosas pasando por mis fosas nasales, mi cuello, mis bronquios, mis pulmones... llenando mi boca y viajando luego por mi sangre y mis vísceras, cubriéndolo todo en realidad, llegando a afectar a cada rincón. Miles y miles de cigarros, millones de bocanadas, millones de resolplidos expulsando la pequeña niebla que se ha dado una vuelta por mi sistema digestivo y linfático, por mi corazón y mi cerebro... Incluso marcas amarillas en mis dedos, marcas en mis dientes de años y años, borradas por limpiezas de dentista, con fines puramente cosméticos, para escondernos de lo sucios que en realidad estamos...
Y nada... Un susto y un poco de trabajo para recuperar tu cuerpo. Un ahorro económico impresionante y sentirte mucho mejor, como descargado... Pero es que antes no te sentías mal, joder. Te sentías... cargado. Pues claro, fumabas dos paquetes y medio, era lo lógico.
250.000, eso es mucho, eso es un cuarto de millón de mierda inhalada y procesada por un cuerpo más bien normalucho. Si mañana me diagnostican un cáncer, lo achacaré al tabaco. Pero si eso mismo sucede cuando tenga 65 años, pues no, ni hablar, de ningún modo. El tabaco quedará muy lejos, no jodamos...
Y sin embargo me he fumado 250.000 cigarros, como poco....