Kmargo dijo:¿Si? ¿y eso? ¿Qué conclusiones sacas del programa que he colgado? ¿Con qué frases te quedas?
Kmargo, no te voy a contar nada nuevo. Sigo el hilo con atención, pero no quiero polemizar contigo, ni con nadie.
Según entiendo, hay alimentos genéticamente modificados (vía selección) y alimentos transgénicos.
Merche dice que todas las plantas han sido modificadas genéticamente con respecto a las silvestres. ¿Cómo puede ser esto? En el neolítico se mezclarían plantas, pero todas silvestres. No creo que ya hubiera laboratorios en los poblados.
En mi opinión es una manera burda de meternos por los oídos que genéticamente modificados (vía selección) y transgénico, es lo mismo. Es una de las comparaciones que hace el narrador al referirse a alimentos genéticamente modificados y alimentos genéticamente “mejorados”.
Amaia Ortiz deja claro que mientras en el transgénico se manipula el gen, en los genéticamente modificados los genes se cruzan, creando nuevas “especies”.
Comenta que las patatas de McDonals se cultivan en el norte de Europa.
Un gran amigo mío, jefe de publicidad de una empresa muy importante que hace los anuncios de este tipo de empresas, me aseguró que las patatas de ese tipo (McDonals, Mc Cain, etc) se hacen con un molde, partiendo de una pasta de patata (por decirlo de alguna forma). Es decir, que de naturales, nada de nada. ¿Dónde están las patatas con forma de triángulo que salen cuando las cortas tú en tu casa? ¿Qué te parecen las “pringles”? Por ahí van los tiros.
Arzak y Álvaro Bravo piden una trazabilidad clara del producto, cosa que no se produce. ¿Porqué no se nos dejan elegir? Si hay publicidad en contra de los transgénicos, que hagan estudios independientes (como reclama Helen) y se ganen el prestigio que reclaman.
Queda patente en el reportaje que empresas como Monsanto tienen una reputación más que dudosa. Son empresas cuyo único fin es el de ganar dinero (cosa lógica) a costa de lo que sea (no tan lógico), incluso de nuestra alimentación. Además, creo que generan una dependencia de ellas (todos tenemos que comer) para poder tener al mundo cogido por los huevos (tipo jeques árabes con el petróleo).
Luego está la postura de Ignacio, que está encantado con la “rentabilidad” de la cosecha. O sea, otro que gana más pasta que antes y le importa una mierda el tema seguridad alimenticia. Se permite el lujo de frivolizar con el tema de “el algodón de los vaqueros es transgénico y nadie protesta”. Yo no como pantalones vaqueros.
Los argumentos de utilizar los transgénicos para erradicar el hambre en el mundo, ni los menciono.
Para terminar, creo que estoy más en el razonamiento de la alumna de jersey amarillo (min, 33). No tenemos ni idea de lo que nos puede suponer consumir transgénicos. Y, después de haber leído el reportaje que colgaste sobre la influencia de los genes de alimentos sobre los genes humanos, veo más sombras que luz sobre el tema.
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Esta es mi postura. Errónea o acertada, no lo sé. Pero no me gusta la opacidad sobre el tema por parte de los productores. Sólo veo intereses económicos y muy pocas ganas de mejorar el mundo.