B
Odisea con el envío
Os relato mi odisea para que sepáis cómo actuar o cómo no hacerlo cuando un evío no da llegado.
Pues esto es lo que pasó:
Cueto me manda unos platazos por medio de Tourline express. Salen el pasado viernes y el lunes ya están en mi zona.
Pero el repartidor -como la mayoría de ellos- no conoce con detalle mi zona y no encuentra mi casa, me llama pero yo por circunstancias no puedo atenderle, y por tanto, no consigue dejar los platos en mi casa el Lunes.
Por la tarde busco el teléfono de la delegación de Tourline express en la que está mi paquete, y resulta que el teléfono que viene en su página web está mal. Llamo al 902 de atención al cliente, y me dan el mismo teléfono erróneo.
De forma detectivesca averiguo el teléfono correcto, llamo esa misma tarde del lunes y me dicen que mañana martes llame directamente al repartidor para concertar la entrega. Ok.
El martes el repartidor no me coge el teléfono. Al final de la tarde, a eso de las 18:55, consigo que me cojan el teléfono en la delegación y me dice una señorita con la actitud propia de quien sabe que en 5 minutos está en el paro; "El repartidor no vino a trabajar hoy, y esta delegación se cierra". Le pregunto quién se va a hacer cargo de los repartos y me dice "No sé quien ni dónde. Nosotros aquí cerramos hoy y no sé a dónde se traslada la delegación, ni sé dónde está su paquete ni si se lo entregarán".
Llamo al 902 y no me coge nadie.
El miércoles por la mañana consigo que tras 10 minutos de hilo musical a precio de 902 me conteste un ser humano, de sexo femenino pero de modales masculinos, que no atiende a mis explicaciones. Incluso me dice que no hay ningún envío a mi nombre.
Finalmente, elevando la voz y pidiéndole que escuche mi relato -no gritando ni siendo grosero- consigo que se avergüence por no saber que el teléfono que me daba era erróneo y que la delegación que me tenía que entregar el paquete ya no existía. Así, decidió tomar nota de mi teléfono y se comprometió a averiguar lo que ocurría.
Pues al rato me llama una señora como jefa de la delegación de Pontevedra, a la que se remitieron todos los envíos de la delegación que cerró, y me dice que 'mañana miércoles tiene su envío en casa'.
El miércoles no pasó nada. Nada de nada.
Y hoy jueves, el teléfono de la delegación de Pontevedra comunica desde las 09:00 hasta las 17:30, cuando consigo que me cojan. Me dicen que el paquete lo tiene el repartidor de mi zona. Hablan con él y dice que no le da tiempo a llevarlo a casa.
Como no quiero esperar más, le pido el nº del repartidor, lo llamo, le pregunto dónde está, le pido que me espere y voy a su encuentro. Salí de la oficina y tardé 20 minutos en dar con él, y resulta que me estaba esperando en un lugar que está a 10 minutos de mi casa. Ver para creer...
Los chicos, que no tienen ninguna culpa, me dicen: "Es que cerró una delegación y acabamos de empezar nosotros, y estamos repartiendo todos los envíos pendientes desde el Lunes". Lo comprendo, les doy las gracias por haberme esperado para entregarme el plato, y al irme de corazón les deseo que nadie la tome con ellos, porque realmente tenían que estar desbordados por culpa de la negligencia, una vez más, de los que se llaman jefes.
Hoy más que nunca debemos tener en cuenta aquello de: "No mates al mensajero..."
Os relato mi odisea para que sepáis cómo actuar o cómo no hacerlo cuando un evío no da llegado.
Pues esto es lo que pasó:
Cueto me manda unos platazos por medio de Tourline express. Salen el pasado viernes y el lunes ya están en mi zona.
Pero el repartidor -como la mayoría de ellos- no conoce con detalle mi zona y no encuentra mi casa, me llama pero yo por circunstancias no puedo atenderle, y por tanto, no consigue dejar los platos en mi casa el Lunes.
Por la tarde busco el teléfono de la delegación de Tourline express en la que está mi paquete, y resulta que el teléfono que viene en su página web está mal. Llamo al 902 de atención al cliente, y me dan el mismo teléfono erróneo.
De forma detectivesca averiguo el teléfono correcto, llamo esa misma tarde del lunes y me dicen que mañana martes llame directamente al repartidor para concertar la entrega. Ok.
El martes el repartidor no me coge el teléfono. Al final de la tarde, a eso de las 18:55, consigo que me cojan el teléfono en la delegación y me dice una señorita con la actitud propia de quien sabe que en 5 minutos está en el paro; "El repartidor no vino a trabajar hoy, y esta delegación se cierra". Le pregunto quién se va a hacer cargo de los repartos y me dice "No sé quien ni dónde. Nosotros aquí cerramos hoy y no sé a dónde se traslada la delegación, ni sé dónde está su paquete ni si se lo entregarán".
Llamo al 902 y no me coge nadie.
El miércoles por la mañana consigo que tras 10 minutos de hilo musical a precio de 902 me conteste un ser humano, de sexo femenino pero de modales masculinos, que no atiende a mis explicaciones. Incluso me dice que no hay ningún envío a mi nombre.
Finalmente, elevando la voz y pidiéndole que escuche mi relato -no gritando ni siendo grosero- consigo que se avergüence por no saber que el teléfono que me daba era erróneo y que la delegación que me tenía que entregar el paquete ya no existía. Así, decidió tomar nota de mi teléfono y se comprometió a averiguar lo que ocurría.
Pues al rato me llama una señora como jefa de la delegación de Pontevedra, a la que se remitieron todos los envíos de la delegación que cerró, y me dice que 'mañana miércoles tiene su envío en casa'.
El miércoles no pasó nada. Nada de nada.
Y hoy jueves, el teléfono de la delegación de Pontevedra comunica desde las 09:00 hasta las 17:30, cuando consigo que me cojan. Me dicen que el paquete lo tiene el repartidor de mi zona. Hablan con él y dice que no le da tiempo a llevarlo a casa.
Como no quiero esperar más, le pido el nº del repartidor, lo llamo, le pregunto dónde está, le pido que me espere y voy a su encuentro. Salí de la oficina y tardé 20 minutos en dar con él, y resulta que me estaba esperando en un lugar que está a 10 minutos de mi casa. Ver para creer...
Los chicos, que no tienen ninguna culpa, me dicen: "Es que cerró una delegación y acabamos de empezar nosotros, y estamos repartiendo todos los envíos pendientes desde el Lunes". Lo comprendo, les doy las gracias por haberme esperado para entregarme el plato, y al irme de corazón les deseo que nadie la tome con ellos, porque realmente tenían que estar desbordados por culpa de la negligencia, una vez más, de los que se llaman jefes.
Hoy más que nunca debemos tener en cuenta aquello de: "No mates al mensajero..."